lunes, 9 de marzo de 2009

Llamame, te llamo, me llamás?

Al otro día de vernos en su pueblo, yo me volví a Buenos Aires porque se terminaban mis vacaciones. Pasaron dos semanas de mensajitos, chat y llamadas, y él también tuvo que volver a La Plata. Entonces nos vimos. Patricio vino a mi departamento a pasar el fin de semana. Pasó todo lo que tenía que pasar. Estuvimos bien. Fuimos al cine, a caminar, al supermercado... todas cosas que parecen tontas, que yo estaba acostumbrada a hacer sola, pero que entendí que no era demasiado difícil tomar el gustito de hacerlas acompañada.
El sábado a la tarde se le ocurrió ir para La Plata los dos juntos. Y bueno, fui. Nos quedamos en su departamento. Ni bien llegamos, buscó una carpeta de canciones de Sabina en su computadora, y puso "A la orilla de la chimenea", que es mi canción favorita de él, y la escuchamos abrazados frente a la pc. Salimos a pasear por la ciudad. Dormimos juntos, comimos juntos, todo juntos. Esa noche nos dormimos escuchando la canción Like a star, de Corinne Bailey Rae, repitiendo mil veces una frase que me encanta de ese tema, "you do it all the time, blowing out my mind"...
Llegó el lunes a la mañana y yo me tuve que volver. Cuando me estaba subiendo al taxi, mientras él me ayudaba a subir el bolso, le digo:

Nina
Bueno, te llamo esta noche, dale?
Patricio
Esta noche?
Nina
Si si... Bueno sino de última te llamo mañana, que se yo...
(tratando de quedar lo menos pesada, perseguidora y cariño/atención/llamadas dependiente posible)
Patricio
No no, no me llames esta noche, es mucho tiempo, llamame antes.
Eso fue un baldazo de agua helada. Fue como enterarme que había aprobado un final que estaba segurísima de que me habían bochado. Como encontrar un pantalón maravilloso a mitad de precio y que me calce perfecto. Como encontrar plata guardada que me habías olvidado que la tenía. Me quería morir -de felicidad, obvio-. Habíamos pasado tres dias pegadísimos y encima quería que lo llame dentro de un rato. Me encantó la idea, estaba feliz como una lombriz, y no lo podía creer. De una buena vez por todas me pasaba algo así a mi, que nunca me pasa nada, que nadie se involucra sinceramente conmigo, que jamás alguien se interesa completamente por mí. Tocaba el cielo con las manos, tenía una sonrisa gigante en mi cara a las 6 y media de la mañana, me sentía importante para alguien, y por fin otra persona (aparte de mi familia y amigos) estaba esperando mis mensajes, mis llamadas. Era como estar en un universo paralelo.
Mientras estaba en la terminal de La Plata esperando para tomar el micro de vuelta a Buenos Aires, me llega un mensaje.

Patricio
Pimpollita, avisame cuando llegues asi me quedo tranqui. You do it all the time, blowing out my mind... jejej... Un beso.
Cuando llegué a mi oficina, a pesar de todo yo todavía estaba algo incrédula (el que se quema con leche, ve la vaca y llora, dicen por ahí). Entonces, para aclarar mis ideas un poco y ver todo de una manera mas objetiva, le comenté la situación vivida durante el fin de semana a un amigo para que me de su opinión, y él no dudó en su respuesta.
Amigo
Nina, quedate tranquila. Qué más querés que el flaco ese te demuestre? Ya está. Es tuyo.
Ojalá mi amigo hubiese estado en lo cierto.

1 comentario:

  1. Nina: hasta acá, Patricio es un ser perfecto... Y todas lo hubiésemos visto así...
    Espero actualizaciones, me tiene intrigada en qué momento se fue todo al demonio.
    Besos y fuerza!!

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