miércoles, 25 de marzo de 2009

Hace mucho que no escribo, ya lo sé, pero prometo actualizaciones pronto.

Hace dos fines de semana atrás viajé a La Plata a verlo a Patricio. Estuvimos juntos, pero lo sentí a kilómetros de distancia. Solo lo sentí cerca la última noche que dormimos juntos antes de que yo me vuelva. Me sentí de más. Quería huir de ahí lo antes posible. Me sentí incómoda. Pero ahora lo extraño.

Y antes de ayer me dijo que no me queda otra que olvidarme de el.

Y yo sola no puedo. No se cómo hacer.

jueves, 12 de marzo de 2009

El payaso plin plin

A estas alturas, a fines de marzo más o menos, para todos nuestros conocidos yo no era Nina, sino que era lanoviadepatricio. Cuando me cruzaba a sus amigos por la calle, ellos no me saludaban llamándome por mi nombre, sino que me decían "Eyy, holaaa, noviadepatooo!!!, Cómo andás???". Sus-a-mi-gos. Gente que jamás le va a querer complicar la vida a uno de su grupo. Chicos que, si la muchacha en cuestión no es de su agrado, se lo harían notar en lugar de bautizarla como Lanoviadepato. Cualquier mujer creo que, ante una situación así con sus amigos, es más que obvio que se va a ilusionar hasta ver estrellitas de colores por todos lados. O no?

Esa noche que salimos juntos al boliche de Azul, no recuerdo bien de qué estábamos charlando, cuando él me dijo:


Patricio
Y, si algún dia llegamos a ser novios...
Nina
Qué... vos serías mi novio?
Patricio
Y si, por algo estamos saliendo.

En ese momento sentí que salía un arco iris detrás de su cabeza, que volaban palomitas, que los pajaritos cantaban, que sonaban violines de fondo y que yo flotaba por las nubes.

Pero poco a poco, casi sin darme cuenta, todo esto se fue desvaneciendo. Seguíamos viendonos, seguíamos saliendo, pero ya no era lo mismo. Y juro que no sé cuándo empezó a tornarse todo tan oscuro.
Llegó el cumpleaños de Patricio, y no me invitó. En realidad, me dijo que si quería que vaya, pero que él esa noche iba a hacer la suya porque era su cumpleaños y quería divertirse. Ese fue el primer desprecio grande, que me dolió en el alma. Actitud de hijodemilputa si las hay. Pegarle un martillazo en la cabeza, era poco.

Pasado eso, después de un par de discusiones, siguió todo adelante. Pero ya no era lo mismo. Había perdido ese brillito que tenía. Y vivía tensa porque no sabía con qué actitud me iba a salir este chico. Yo notaba que ponía todo lo mejor de mi: los viernes salía de la facultad y me iba derecho para La Plata, dejaba de ver a mi familia y a mis amigas para estar con él, vivía demostrándole todo lo que sentía, estaba pendiente constantemente de él... pero que todo era en vano. Pero igual, y por culpa de mi perseverancia, yo iba para adelante totalmente ciega, sin escuchar mi conciencia que me decía a los gritos que le estaba errando y feo.

Para que más o menos puedan situarse en el contexto de la inestabilidad de este asunto, voy a tratar de enumerar sólo algunas de las cosas por las que tuve que pasar. (y que conste que todo esto sucedió en el término de tres meses consecutivos, ehhh, para que no piensen que la desequilibradita soy yo).
Estábamos juntos pasándola de lo más bien, cariñoso, demostrativo, dulce, y al rato se alejaba frío como un témpano. Hablaba con mi mamá por teléfono, le dijo adelante mío que sentía cosas por mí, y después ni siquera me daba la mano. Nos dormíamos abrazados y a la mañana siguiente se daba vuelta con tal de no tocarme. Una de las últimas veces que viajé a La Plata, ni bien llegué, empezó a los abrazos, totalmente demandante de cariño, tierno, y me dijo "No sabés cómo extrañaba esto. Los sentimientos están cambiando para bien", y a los pocos días me afirmó que había dicho eso como una cosa del momento, que como había llegado, así se había ido, que era algo pasajero. Y yo cada vez más golpeada. Me sentía (y me siento aún) como uno de esos payasos inflables que venían cuando era chica, que eran pseudo ovalados y tenían arena en la base, que le pegabas y le pegabas, y nunca se caía del todo, sino que solito volvía a ponerse de pie. No se si saben de lo que estoy hablando...

Siempre eran mensajes en los que me escribía a las 3 de la mañana que no se sentía bien, que estaba mal y no sabía por qué, y yo me ponía muy triste al sentirme impotente de no poder estar ahí con él, y al otro día se sentía de lo más bien, como si nada hubiera pasado. Y yo no sabía qué hacer para ayudarlo, para sacarlo de eso. De esos desvaríos que me descolocaban totalmente. De esos altibajos que me hacían sentir como en una montaña rusa, que no sabía si subía, si bajaba, o si me chocaba contra una pared, o directamente el carrito se caía y yo terminaba estampada contra el piso.

Y a pesar de que era muy grande el amor que sentía por él, siempre caía en la cuenta que me tiraba abajo, que me subestimaba, que me hacía sentir inferior a él, que yo no era lo suficientemente buena, linda, inteligente, flaca, para estar al lado de él (ni que fuese un Adonis, por el amor de Dios!!!). Nunca escuchaba un "Qué linda que estás", o "Te queda bien esa ropa", sino que sus frases frecuentes eran otras.

- "Ayy, sos tan blanca que tu piel me da impresión" (Andate con una negra candombera entonces, idiota).
- "Y si, estás rellenita" (Yo pesaba 59 kg en ese entonces, andate con una anoréxica, estúpido).
- "No me gusta como te vestís, parecés una vieja" (Y vos qué sabés de moda? Si hay algo por lo que soy conocida en mi entorno, es por mi buen gusto para vestirme y por la cantidad de ropa que tengo, mogólico).
- "Esos anteojos de sol que te compraste son horribles" (Son los anteojos que salen en todas las revistas, y me encantan, mamerto).
- "Está mal trabajar y estudiar, hay que estudiar solamente" (Vos porque sos un vago cómodo que no tiene iniciativa ni ambición de nada, salvo vivir a costa de los demás, mentecato).
- "Tus extensiones son re molestas, parece que tenés una peluca" (Son extensiones de Cerino, pedazo de infeliz).
- "Cortala de vivir pendiente del celular, parecés loca" (Si, y qué? Morite, inbécil).
- "El camisón ese que te compraste parece el de mi abuela" (Era un camisón de Mother and Daughter, por Dios santo!!!).
- "Claro, vos antes ibas a partidos de polo, y ahora venís a mirar fútbol conmigo, dejaste la humildad tirada en un callejón" (Si quisiera seguir yendo a partidos de polo, no estaría al lado tuyo precisamente, nabo).
- "Es horrible ser hija única. Hay que tener hermanos, eso es lo más, sino no es una familia" (Amo ser hija única y amo a mi familia, zoquete).
- Etc, etc, etc...
Criticaba todas las cosas en mí, que el resto de la gente elogiaba. Desacreditaba mis logros diciendo que a esta edad sólo tendría que estudiar y divertirme. Todo era poco.

Durante el último fin de semana que viajé a su casa, dos días después de decirme que los sentimientos estaban cambiando para bien, mientras estábamos por dormirnos, me dijo que no sentía amor, que no estaba enamorado, que yo no le gustaba mucho, sino que le gustaba más o menos, que me quería, que cuando estaba conmigo se sentía mejor, que si dejábamos de vernos le iba a doler e iba a sufrir, pero que no me quería de novia. Matarlo con un hacha, pasarlo por arriba con una topadora, y cortarle la cabeza con una motosierra todo en simultáneo, en ese preciso momento hubiese sido demasiado inofensivo creo.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Cómo se hace? Que alguien me diga cómo se hace, porque la verdad es que no tengo idea de cómo hacer esto sola. De cómo lograr que las cosas me duelan menos. Que las palabras que me dicen no me marquen tanto. De que las caídas no me lastimen así. De cómo ser capaz de seguir siendo la misma chica fuerte que fui hasta hace un tiempo, a pesar de que los constantes golpes me debiliten cada vez más. De sacar fuerzas no se de dónde para que me resbalen todas y cada una de las cosas que me pasan, y simplemente hacer la mía, como lo hacen todos. Sin que nada, absolutamente nada en este mundo, me hiera. Dónde es que fue a parar esa luz? Estoy ciclotímica últimamente, por lo tanto sería poco prudente molestarme, lo advierto.
Es que simplemente esa es mi esencia. Yo soy así como soy, y no como piensan o creen algunos. Voy por el camino derecho, sin desviarme. No tolero agravios injustificados, no soporto injusticias, no aguanto que me echen en cara cosas que jamás pedí, detesto dar y no recibir nada a cambio, y lo más importante, no permito, bajo ninguna situación, que se dude de mí. Y muchísimo menos, que digan cosas que no son, cuando jamás dí motivos para que se piense de esa manera. Cuando todo el mundo piensa lo contrario, cuando todos ven cosas positivas en mí, basta sólo un llamado no esperado, un mensaje no pronosticado o un comentario desubicado proveniente de la persona menos indicada para tirar todo abajo. Para que mi cerebrito perseguido explote de ira desencadenando mis ataques de migraña, y el radio de mi yugular aumente diez centímetros. Para que mis pupilas se dilaten y mis ojos se llenen de agua. Para que esa especie de alegría que tengo de a ratos se desvanezca. Para que me enoje mucho conmigo misma. Me autodecepciono. Para que otra vez esté muerta de cansancio y de sueño y aún así me cueste horrores dormir porque mi cabeza no para de pensar y pensar. Para que, de nuevo, me cueste un poco más reírme de verdad.
Tengo la firme sospecha de que, no sé por medio de qué mecanismo maldito, hay personas que desaparecen por un tiempo, no dan señales pero “sienten” de alguna forma cuando uno está bien, alegre, feliz, contento porque le salen las cosas de la manera esperada. Y es justamente ese momento en el que estamos respirando, que aprovechan para tirar dardos envenenados y derrumbar así lo logrado. No me molesten, déjenme en paz. Tan difícil es? Si yo no jodo a nadie, ni complico la vida de las personas que me rodean. Por qué entonces complican la mía? Y de última, cuando estoy mal, me refugio en mí misma, y trato de atravesar la tormenta sola, para no hacerle mal a nadie. Y de qué me sirve? De nada. De nada más que hacerme mal a mí.
A veces me canso. Simplemente me agoto. La verdad, es que es muy difícil pretender que todo está bien, cuando en realidad lo único que se quiere es tirar todo lejos y que los demás se las arreglen como puedan. Y si me mantengo en pie a pesar de todo, es para no hacerle mal a la gente que me quiere. Si yo me las arreglo bastante bien solita, por qué carajo los demás no van a poder? Si siempre me hace feliz la felicidad de los demás y me alegro con los logros ajenos como si fuesen míos, por qué ciertas personas no logran lo mismo? Existe gente dañina que saca lo peor de mí. Cuando en lugar de decir “Si, me alegro mucho”, tengo ganas de pegar tres gritos y mandar a todos a la miercole por el simple hecho de que no saben verme de verdad. Cuando en vez de decir “Que bueno por vos” siento el incontrolable impulso de decir “Si, disfrutá ahora porque en esta vida todo vuelve, y después vas a llorar feo por todo lo que me hiciste sufrir, mientras yo esté feliz”. Digo que está todo bien para evitar más problemas, para eludir humillaciones, o simple y llanamente, para conservar mi dignidad, mi integridad emocional. Sosteniendo mi nobleza. Siempre guardando celosamente mi lugar de lady, de nena educadita. Y no es un acto de hipocresía. Sino que es un acto de autoconservación. Nunca, jamás callo lo que me pasa, salvo en acontecimientos como estos. Y no hablo de situaciones laborales o de la facultad. No, nada que ver. En esos casos, siempre soy tremendamente frontal, ya se sabe. Hablo de sentimientos. De ese miedo terrible que tengo a reconocer que alguien me está llegando al corazón. De estar acostumbrada a que siempre es con otra, y nunca conmigo, y por esa razón callarme, cerrar la boca, y hacer como si nada, como si no sintiera nada, como si él no me sacudiera el piso, como si nada fuese lo suficientemente intenso para moverme un pelo. Intacta. Fuerte. Fría. Pero sí muy vulnerable por dentro. Y después si, lloro, me lamento, puteo y me indigno, sola y tranquila cuando nadie me ve. Demasiado difícil es cargar con lo que siento, como para también tener que cargar con la típica “Si, me gustás, sos linda, inteligente y buena mina… Pero NO”. La verdad es que no, no tengo ganas, así que gracias, pero paso. Y si por fin dejara de reprimir mi ira, explotaría en mil pedazos sorprendiendo a varios. Pero saben qué? Nunca me gustaron los escándalos, así que muchas gracias, pero otra vez paso. Capaz que voy a dejar de ser un encanto, para ser una arpía. En una de esas me va mejor. De cualquier manera, siendo un encanto, todas las noches apoyo la cabeza en la almohada sin que mi conciencia me carcoma por dentro. Y saben qué? La verdad que muchísimas pero muchísimas gracias a mi lado de arpía, pero también paso. Prefiero que me cueste dormir por darme manija, pero que cuando al fin logré cerrar los ojos, pueda dormir en paz. Y saben que? De esa no paso, sino que en esa sí me quedo.

lunes, 9 de marzo de 2009

Vamos de paseo, ti ti ti, en un auto feo, ti ti ti

A esa altura, ya habían pasado dos meses desde que nos conocimos. El seguía viajando a Buenos Aires y yo a La Plata prácticamente todos los fines de semana. La pasábamos de maravillas juntos: él me acompañaba a mirar vidrieras, yo lo acompañaba al médico, mirábamos partidos de River juntos, siempre que mi mamá me llamaba a mi celular él se ponía a charlar con ella… Me había olvidado de mencionarlo, pero la primera vez que él fue a mi departamento, se llevó dos ositos de peluche que yo tenía arriba de mi cama. Y una noche hablando por teléfono, me dijo que dormía con ellos (y era verdad porque cuando fui a su casa, encontré los peluches arriba de su almohada). O un amor total, o un boludo estelar.

Aunque teóricamente iba todo bien, yo había empezado a notar en él como una especie de cambios muy repentinos. Estaba lo más bien y al rato se alejaba, un día me mandaba mensajes desde las 7 de la mañana y al otro día ni siquiera me escribía, se ponía hiper cariñoso y sin darme cuenta ponía distancia, estaba contento y al ratito se bajoneaba… sinceramente no entendía qué pasaba. Me desconcertaba muchísimo y me ponía muy mal porque no sabía los motivos por los que él era tan inestable. A pesar de todo, yo seguía adelante porque ya estaba hasta las manos con esta historia.
Para esos días, ya estábamos en marzo. Era Semana Santa y cada cual volvió por unos días a su respectiva ciudad. Como Azul y Olavarría están a 40km de distancia, no hay mucho inconveniente en viajar y además siempre me quedo en la casa de mi tía, por lo que no vi demasiadas contrariedades para vernos. Entonces yo me fui para su pueblo.

Mi mamá me dejó en la casa de mi tía, entonces lo llamé para ver qué hacíamos esa tarde. Me dijo que no iba a salir, que estaba cansado y que se quedaba mirando una película. Me molestó soberanamente esa actitud, me enojó en demasía su desvarío y me pareció una falta de respeto. Por lo tanto, para evitar asesinarlo, salí a caminar con mi prima y su grupo por el centro de la ciudad. Mientras paseábamos, nos cruzamos al hermano de Sofía, una de las amigas de ella. El chico se llamaba Ignacio, y a simple vista me pareció simpático, buen flaco. El nos llevó a cada una a nuestras respectivas casas, charlamos un rato, y como yo estaba enojada, le pedí su mail a mi prima. Y quedó ahí, por supuesto, porque yo estaba con Patricio y soy completamente fiel. Con el tiempo seguiré contando esa otra historia.

Al otro día, y más calmada por el desplante del día anterior, Patricio me llamó para que vaya a su casa. Llegué y decidimos salir a dar una vuelta. Mientras estábamos cerrando con llave la puerta del frente, estaciona su amigo en el auto, con tres flacos más, y nos invita a pasear. Obviamente, yo pensé que no, que no daba para salir con un grupo de hombres y yo ahí de colada. Pero Patricio no tuvo ni un problema. Nos subimos al asiento de atrás del auto, y ante la mirada atónita de los otros dos chicos, me agarró la mano. Si si, señores. De la mano, arriba del auto de uno de sus mejores amigos, ante la vista de los demás, sin una pizca de vacilación. Y yo chocha de la vida, por supuesto. Dimos vuelta toda la tarde, y quedamos en salir al boliche esa noche.
A eso de las 12 me pasó a buscar con su auto. Nos quedamos un rato en su casa y mas tarde arrancamos para el boliche. Encontramos de nuevo a sus amigos, y charlamos un rato con ellos. Supuse que lo más lógico era que se quedara ahí con su grupo. Pero no. Me equivoqué una vez más. Estuvo toda la noche conmigo. Toda. No me soltó. Toda la noche haciendo mimitos, tomando algo… Estuvimos de lo más bien, de la misma manera que lo hace una pareja de novios consolidada. Y al parecer, iba todo más que bien.
Alguien me dice cómo salir de eso???

Buenas tardes, Mucho Gusto.

En una de las oportunidades en las que viajé a Azul para verlo (si mal no recuerdo fue la 3era vez que iba desde que empezamos a salir, a mediados de febrero de 2008) me llevaron mis padres hasta allá, y aprovechamos para salir a comer con mis tíos también. Le avisé a Patricio y quedamos en que me pasaba a buscar a eso de las 11 por el restaurant, una vez que yo terminara de cenar, así nos íbamos a dar unas vueltas juntos. Cualquiera en mi lugar hubiese pensado que me iba a mandar un mensaje avisando que estaba afuera, o que me iba a hacer sonar el celular, o que iba a tocar bocina desde la calle. Pero no.
Mientras estábamos charlando con mi mamá y con mi tía acerca de las características, cualidades e imperfecciones de mi última adquisición (en este caso Patricio), veo que él estaciona, se baja de su auto, entra al local como si nada, camina hasta nuestra mesa y empieza a saludar con un beso y con un “Mucho gusto, encantado” a cada mi mamá, mi papá, mi tío y mi tía.
Casi me agarra un síncope de la sorpresa –y también, lo reconozco, de la felicidad-. Me levanté de mi silla, y lo único que atiné a decirle a todos fue “El es Patricio”. O sea, no es lo más normal que el flaco con el que estás saliendo, al mes y algo de conocerte, entre a un restaurant y se presente ante toda tu familia. En ese caso, o en su cerebrito está proyectando algo con futuro con vos, o es un caradura sin vergüenza que lo único que quiere es joderte la vida. Mi conciencia apostó por la primera opción entonces. Evidentemente, iba todo de lo más bien, de lo contrario jamás de los jamases hubiese tenido la idea de conocer a mis padres de sopetón. Además, si te animás a enfrentar la cara de la familia de tu chica por primera vez, a mi entender significa que la cosa va en serio , y que no soy cualquier mina para él.
Después de que saludó a todos, lo único que se cruzaba reinteradamente por mi cabeza era salir de ahí lo antes posible. El corazón me latía a mil por hora. Pero no de nervios, sino de amor. Y tal fue mi felicidad, que salimos del restaurant, y fuimos derecho a un telo. Y fue la primera vez que iba. Imagínense.

Llamame, te llamo, me llamás?

Al otro día de vernos en su pueblo, yo me volví a Buenos Aires porque se terminaban mis vacaciones. Pasaron dos semanas de mensajitos, chat y llamadas, y él también tuvo que volver a La Plata. Entonces nos vimos. Patricio vino a mi departamento a pasar el fin de semana. Pasó todo lo que tenía que pasar. Estuvimos bien. Fuimos al cine, a caminar, al supermercado... todas cosas que parecen tontas, que yo estaba acostumbrada a hacer sola, pero que entendí que no era demasiado difícil tomar el gustito de hacerlas acompañada.
El sábado a la tarde se le ocurrió ir para La Plata los dos juntos. Y bueno, fui. Nos quedamos en su departamento. Ni bien llegamos, buscó una carpeta de canciones de Sabina en su computadora, y puso "A la orilla de la chimenea", que es mi canción favorita de él, y la escuchamos abrazados frente a la pc. Salimos a pasear por la ciudad. Dormimos juntos, comimos juntos, todo juntos. Esa noche nos dormimos escuchando la canción Like a star, de Corinne Bailey Rae, repitiendo mil veces una frase que me encanta de ese tema, "you do it all the time, blowing out my mind"...
Llegó el lunes a la mañana y yo me tuve que volver. Cuando me estaba subiendo al taxi, mientras él me ayudaba a subir el bolso, le digo:

Nina
Bueno, te llamo esta noche, dale?
Patricio
Esta noche?
Nina
Si si... Bueno sino de última te llamo mañana, que se yo...
(tratando de quedar lo menos pesada, perseguidora y cariño/atención/llamadas dependiente posible)
Patricio
No no, no me llames esta noche, es mucho tiempo, llamame antes.
Eso fue un baldazo de agua helada. Fue como enterarme que había aprobado un final que estaba segurísima de que me habían bochado. Como encontrar un pantalón maravilloso a mitad de precio y que me calce perfecto. Como encontrar plata guardada que me habías olvidado que la tenía. Me quería morir -de felicidad, obvio-. Habíamos pasado tres dias pegadísimos y encima quería que lo llame dentro de un rato. Me encantó la idea, estaba feliz como una lombriz, y no lo podía creer. De una buena vez por todas me pasaba algo así a mi, que nunca me pasa nada, que nadie se involucra sinceramente conmigo, que jamás alguien se interesa completamente por mí. Tocaba el cielo con las manos, tenía una sonrisa gigante en mi cara a las 6 y media de la mañana, me sentía importante para alguien, y por fin otra persona (aparte de mi familia y amigos) estaba esperando mis mensajes, mis llamadas. Era como estar en un universo paralelo.
Mientras estaba en la terminal de La Plata esperando para tomar el micro de vuelta a Buenos Aires, me llega un mensaje.

Patricio
Pimpollita, avisame cuando llegues asi me quedo tranqui. You do it all the time, blowing out my mind... jejej... Un beso.
Cuando llegué a mi oficina, a pesar de todo yo todavía estaba algo incrédula (el que se quema con leche, ve la vaca y llora, dicen por ahí). Entonces, para aclarar mis ideas un poco y ver todo de una manera mas objetiva, le comenté la situación vivida durante el fin de semana a un amigo para que me de su opinión, y él no dudó en su respuesta.
Amigo
Nina, quedate tranquila. Qué más querés que el flaco ese te demuestre? Ya está. Es tuyo.
Ojalá mi amigo hubiese estado en lo cierto.

viernes, 6 de marzo de 2009

Te quiero, te adoro, te tiro al inodoro

Cualquier mujer normal, ante la experiencia relatada en la entrada anterior, qué pensaría? Cuál sería el razonamiento más razonable, valga la redundancia, si a los 10 días de conocerte, un flaco:
  • Se pasa sus días de vacaciones con vos en lugar de irse de joda.
  • Sale a bailar con vos y con tus amigas (sin que haya algún otro hombre en el grupo).
  • Te manda mensajes a las 2 de la mañana para que vayas a su pueblo a verlo.
  • Te lleva dos veces en una semana a comer con sus amigotes -una de esas veces a ver un River-Boca en el quincho de su mejor amigo-.
  • Ama ver a River, pero cuando está con vos ni mira la pantalla.
  • Se pasa toda la tarde ayudando a su abuela así ella le presta el auto bueno para llevarte a pasear.
  • Te abraza y te besa delante de su grupo de amigos de toda la vida.
  • Te lleva a su casa siendo conciente del riesgo elevado de que su familia se despierte y te vea.
  • Se sienta solo con vos a tomar algo en la vereda de uno de los pubs más concurridos de su ciudad.
  • Te pasea por su pueblo arriba de su auto, sabiendo bien que los va a ver todo el mundo.

O sea, seguramente pensaría que esta todo más que bien, no? Que evidentemente le gustás, o por lo menos que le agradás. Que disfruta pasando tiempo con vos. Que va todo viento a favor, digamos. O que directamente el tipo es un terrible desequilibrado que en su futuro inmediato se encuentra como residencia posible y definitiva el Borda. Aunque esa última opción todavía no se me cruzaba por mi cabeza de enamorada tonta. De cualquier manera, trataba por todos los medios de mantener la mente a raya y de no involucrarme en demasía, porque yo ya venía cascoteada de antes, y otro golpazo más me hubiese destruído.

Cuando estaba viajando de vuelta a mi casa, con una sonrisa de oreja a oreja y con cara de tarada medio dormida, me llegó un mensaje.

Patricio

Pimpollita! Muchas gracias por haber venido! La pasé re bien. Nos vemos. Recién llegué a mi casa y encontré a mi viejo barriendo la vereda jejej... Te quiero, te adoro, te tiro al inodoro.

Mi sonrisa aumentó en proporciones gigantes. Que un chico se tome la molestia de mandarte un mensaje a las 6 de la mañana, en lugar de tirarse a roncar como un oso polar invernando, es buen augurio, teóricamente. Además el mensaje que escribió me pareció gracioso, como tierno, no sé... O yo estáré demasiado loca. Capaz.