jueves, 26 de febrero de 2009

Conociéndote...

A Patricio, mi ex, lo conoci en enero de 2008. Yo me había ido de vacaciones con mis amigas a Necochea, con el firme objetivo de olvidarme del patán retorcido con el que había tenido una pseudohistoria reciente, pero que ante el mínimo requerimiento de compromiso, huyó como rata por tirante. Por lo tanto, la única idea que tenia en mi cabecita era salir de caravana con las chicas todas las noches, bailar, divertirme y reirme, pero por sobre todo, mantenerme lo más lejos posible de cuanto hombre se me cruce.
La primer noche de vacaciones, y después de una larga tarde de playa y reflexiones retorcidas sobre la maldad masculina, decidimos enfilar derechito para el boliche local. Entramos, el lugar parecía tener onda, empezamos a bailar en el medio de la pista como locas desatadas, y la estábamos pasando bomba, lejos de toda preocupación. Hasta que en medio del bailoteo, y sin esperarlo, se me acercó un chico y me sacó a bailar.

Chico (agarrándome de la mano)
Querés bailar?

Nina (soltándolo)
No, no, no, estoy con mis amigas.

Chico (insistiendo)
Dale, vamos a bailar, dale!!!

Nina
No, no, de verdad, no quiero dejar sola a las chicas - y en
ese momento miro hacia mi costado y mis dos amigas se habían
ido a la otra punta de la pista para facilitarme el levante,
y yo las queria matar-.

Chico
Pero tus amigas se fueron, dale....

Y no me quedó otra que acceder. En realidad, yo le había dicho que no quería bailar, simplemente porque a primera vista no me había gustado, no me llamaba la atención. Estaba cerradísima, no quería saber nada, pero ante el abandono de mis amigas, no tuve más opción que aceptar bailar un rato, total, qué me iba a pasar, si el flaco no me gustaba, no?
Empezamos a charlar, me dijo que se llamaba Patricio, que era de una ciudad que está a 50 km de mi ciudad de origen. Me contó que estudiaba Derecho en La Plata, que estaba en Necochea de vacaciones con sus amigos, nos dimos cuenta que teníamos gente conocida en común (ya que yo he pasado veranos enteros en su pueblo, en la casa de mis primos y conozco gente de ahí)... Y me empezó a caer simpático. Bailamos toda la noche, en ningún momento trató de avanzar, algo que me pareció raro, ya que cuando un flaco está de vacaciones, arrasa con cuanta mina se interponga en su camino, y cuando me estaba yendo (porque una de mis amigas se tomó hasta el agua de los floreros y se sentía pésimo), me pidió mi celular. Se lo dí, total, si no había pasado nada entre nosotros esa noche, era muy improbable que me llame. Demasiado improbable. De cualquier manera, me dijo que me llamaba al dia siguiente para vernos en la playa. No le creí nada, y me volví con las chicas al hotel.
Mientras nos preparábamos para acostarnos a las 7 de la mañana, cansadísimas de tanto bailotear, llega un mensaje a mi celular.

Patricio
Pimpollita! Me encantó conocerte! Nos vemos
mañana en la playa, un beso.

No lo podía creer. No me entraba en la cabeza cómo es que un flaco, de vacaciones, de joda y a esa hora de la mañana, se le ocurría escribirme, cuando por lo general tardan más de 3 días en dar señales de vida, o directamente desaparecen de la faz de la tierra. Y mi amiga Andrea, siempre tan lapidaria ella, empezó a hacer predicciones acerca del futuro con este chico.

Andrea
Aaaaaaaahhhhhh bueeeeeee!!! Vos terminas
enganchada con este flaco.

Nina
Ayy nena, nada que ver, yo quiero estar sola, no me
gustó mucho este chico. No pasa nada.

Andrea
Si si, seguro. Te conozco. Terminás mal
enganchada con él. Acordate.

No se equivocó la muy guacha.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Te amo, te odio, dame más

Hoy es la fecha puñal. La fecha que, desde el maldito día en el que fui cruel e injustamente abandonada, venía temiendo. Hoy hace un mes que volví a estar libre, solterita, con apuro y sin suerte. Un mes que nadie me abraza, ni me besa, ni me agarra la mano ni se duerme junto a mi haciéndome cucharita. Un mes que no lo veo. Maldición.
Toda la vida me la pasé predicando que, cuando alguien te deja, hay que tirarle cosas por la cabeza, insultarlo, hacerle maldades, revolear por la ventana las cosas que te hacen recordarlo, borrar su número de celular, eliminarlo de MSN, y rezarle a todos los santos para que se haga justicia y lo atropelle el 152 lleno de gente en plena avenida Santa Fe en hora pico. Eso fue así siempre en mi vida, fue la ley. Siempre pegué tres gritos y despaché a cuanto infeliz se atrevió a ofenderme, faltarme el respeto o decirme lo que tenia que hacer. Nunca vacilé. Jamás. Hasta ahora.
Hay algo que es verdad: tengo sinceras ganas de matar al susodicho en cuestión. Lo odio con toda mi alma. No puedo entender cómo fue capaz de dejarme así, de un dia para el otro, después de haberme dicho que me quería, de haber hecho planes juntos a mediano plazo, de haberme presentado a su familia... No puedo razonar un motivo factible para abandonarme, cuando le dí todo lo mejor de mi. Simplemente no le encuentro explicación. Lo detesto, lo ahorcaría con mis propias manos, le gritaría a viva voz cuanto insulto se me ocurra, lo dejaría desmayado a cachetazos, me chaparía a varios de sus amigos con el único propósito de hacerlo quedar como un tarado, agarraría su adorado auto con un bate de softball. Pero, a pesar de todo, e inclusive a pesar de mi orgullo, lo sigo queriendo. Lo extraño. Extraño dormir abrazados, extraño salir a pasear juntos, extraño verlo manejar el auto, extraño las noches de verano paseando por su pueblo, extraño caminar de noche por las callecitas linderas al arroyo agarrada de su mano, extraño tener que entrar a las 3 de la mañana a su casa con mis stillettos en la mano para no despertar a su familia, extraño el cariño de sus padres, extraño sus mensajes de texto, extraño pasarme toda la semana esperando el finde para que venga a mi casa de Buenos Aires, extraño ir al cine con él, extraño todo...
O lo mato, o le pido de rodillas que vuelva conmigo.
Y no sé que hacer para salir de ésto. Alguien sabe cómo?